miércoles, 16 de diciembre de 2009

bebe, bebe dama del aire
bebe el tonto elixir de la locura
entregate al encanto de la noche
entregate al ritmo delirante de la noche
dejame besarte la noche del cuerpo
escuchar el gemido del amanecer que se rompe
luego, el duelo fingido del derroche

jueves, 3 de diciembre de 2009

no confies en la chica de la fuente
sólo bebe agua salada
su amor, un niño naufrágo
rodeando por tiburones

entre sus labios se escapa una plegaria:
quién desahucio mi alma
la monto en un tren rumbo a Treblinka,
Chechenia, el Congo...
para verla morir infinidad de muertes.

soñe la huída, el grito inaudible
y todo mi rostro era grito y los colores
la tristeza, sangre que manaba de la tierra y
los árboles...

el temor era lobo solitario
cojeando en penumbras
su corazón un parque abandonado
los niños crecieron
olvidaron el placer del juego.

sábado, 14 de noviembre de 2009

As-13-11-2009

el amado no la quiere
certeza arraigada en paredes de silencio
sus manos se disolvieron cuando quiso tocarlo

despertar entre relámpagos
y dejarse mojar por la lluvia
que terminará por ahogarnos

como gatitos sueltos en la corriente
tan indefensos y condenados
se perdió esa inocencia

arráncame el sexo
quiero ver como marchita tus manos
niño huérfano de alma

pies descalzos y brazos abiertos al sol
canta la herida del cielo
arde en su sangre

después
concédeme la flor seca
de tu pecho

lunes, 26 de octubre de 2009

Tiempo de lluvia

encontré el mensaje de la lluvia
con el aroma reminicente
de tantos encierros
en hojas tan amarillas como el tiempo

me habla de humedad
con la caricia de espectrales dedos frígidos

una tarde cualquiera
o madrugada
(idéntica a todas las anteriores)
el tiempo estallo entre mis brazos
me astilló con ojos suplicantes

agujas en mis costillas
sueño paraísos insoportables
improbables
pienso encerrar la luz en el patio
tras las nubes siempre el sol

espero su tormenta
con risa despreocupada
le pediré que llueva colibríes
en mi ventana

martes, 20 de octubre de 2009

Medir la noche

hablo de lo que vi
en realidad hablo desde un pozo ciego
cansada de ser tumba saqueada
abriste tus mortajas a lo punzante
a mediodía

desnudas el vértigo del blanco
derrumbas viejas paredes
de perfección

hablo de lo que vi
no me enseñaron las formas
los nombres son minas
revientan paraísos improbables

sonríe mi reflejo sin rostro
al precipitarse en el fondo del río
puedo oler mi alma
putrefacta
dentro de esa carne
descompuesta
el hambre marcada a fuego
sobre tu vientre
ese manjar tan al alcance de la mano
te está vedado

buscas en espejos y no te encuentras
sólo cenizas de algún huésped
a quien empujaste escaleras abajo
hacia la convergencia azul profundo

callas
tu lengua cortada
tus dientes caídos
tu llanto girasoles perdidos
tantas mentiras endulzaron tu tormento

respiras
dejas la puerta abierta a otra muerte
que arrulle ese despeñarse hasta el fondo
de nada

lunes, 19 de octubre de 2009

Silencios

escapar de misteriosos hilos
tendidos por la memoria
de toda huida

iniciar el inventario
de la derrota
tantear a ciegas límites
de ausencia
degustar el pavor que lame
las yemas de tus dedos

preciso recordar
respirar profundo
cuando toque fondo

camino guiado por ciegos
de espíritu
canto de sirenas
adquieren matices macilentos

la noche desnuda frente a esta
mirada profana
presente como animalito herido
tantas veces desgarrado
en sus ojos una escena fortuita
desconfianza innata

el doble filo de la madrugada
me parte el alma

silencios marchitos
y triste alborada
siempre habrá convergencia

convergencia de tremores
rumor de ramas bajo influencia
de haces de luz y tinieblas
punto de quiebre
cáscaras de huevo

lentas babas resbalan
del corazón tan reventado y amarillo

concordancia de sombras
sobre la grama
formas inescrutadas
manifiesto caricias luctuosas
todo muere cuando se lo invoca.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Como día de invierno
en primavera.

martes, 22 de septiembre de 2009

Salvate de estos labios
que son veneno
Salvate de estas manos
queman al tacto
de mi cabeza se escapa un enjambre
furiosas avispas de terciopelo
la pared cae a pedazos
y mis brazos se desploman
sueño con el día gris llamando a las nubes
Porqué seguir...
Explicame el hedonismo, esa jaula
nos encontramos
nadando en malestar
Salvate de los pensamientos que te perfilan
o entregate a mi voluntad
Salvate de esta lenta llama
dejame nadar en libertad.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Luna


Luna
sonriente entre nubes de tormenta
has de conducirme al otro lado de la noche

Iluminaras el pozo de aguas negras
oculto en mi bosque infinito

para observar lo que nadie se atreve

para cantar lo que nadie canta

llorar lo que nadie llora

reír lo que nadie ríe...

jueves, 20 de agosto de 2009

ese rostro acecha
detrás de las paredes, observa
no estoy sola jamás

y eran tres las tramadoras

viejas señoras tejedoras
veían los minutos frente a ellas
veían hojas cayendo
unas detrás de otras
y la niña fue tejida

intrincados bosques urbanos
la circunferencia de los días
cansa a cualquiera
modos alternos para desaparecer
por entero

se pierde en el viento
el canto de renacuajos malditos
en charcas que se secan al sol

martes, 4 de agosto de 2009

In the morning I morn
the everlost past
the closeness of dead bodies
frozen lips pressed to each other
there is no going back

sábado, 25 de julio de 2009


La obsesión del pimpollo es abrirse
antes de marchitar
Mas si el rosal respira lentamente miedos
¿Qué nos queda?
Miradas de invierno
canciones perdidas
los gestos encajonados
el aullido de una jauría
perros
medianoche
medialuna

Entonces la noche se cierra
sobre nosotros
como una caja
o más bien como un cajón

El miedo nos mata, nos ciega
arranca mis ojos como pétalos:
me quiere, no me quiere

Y no hay mar que me sacie
si se caen tus dedos
Y algo así como una pecera
entre nosotros

Ahogándonos con aire
peces saltando hacia la muerte

Si las mentiras te visten de negro
la necesidad lleno de ponzoña estos labios

Ya no habrá un amanecer
de cuerpos
convulsionando

Nadie más guardará esta sal
entre sus labios
ni asfixiará mis demonios
con abrazos

Tenue luz entre las nubes
deja ver la seca desolación
Rosal de fuego rojo
ahora apagado.

jueves, 18 de junio de 2009


Quizo consolarme con la paz de cristo
conociendo mi desprecio por esa paz
de clavos en las muñecas
de lanza en mi costado
esa paz sedienta de muerte
de sepulcros vacíos
con grandes bocas cerradas

Esa paz tortuosa de agonía
de resucitar cada tres días
sólo para volver a sufrir bajo el azote
para morir infinidad de muertes
Y cuando el silencio?
Y cuando...?

domingo, 14 de junio de 2009

Calles frías de medianoche.


Calles frías de medianoche, calles ciegas y mudas. Las cuencas vacías de la noche rutilaban entre nubes de tormenta.
Jaulas de vidrio, blanqueados muros de antaño. La noche, bestia indómita que me rodea con sus dientes rechinantes.
Estoy. En la búsqueda de algo sin nombre, algo que no se me presentará como deber ser sino como querer ser, en la búsqueda de una ambición, quizás, o simplemente un camino para seguir.
Ese era mi pequeño manojo de certezas, probabilidades. Y aún creyendo que era yo en mi búsqueda pronto descubrí que algo me andaba buscando.
Dando vueltas como una aguja sin norte, perdida entre frígidas sombras, la incertidumbre se apoderó de mí y una repentina necesidad. Pensé que la repuesta debía estar adelante, siempre adelante. Efectivamente, había alguien adelante.
Fútil verborrea, palabras se escapaban de mi boca como baba leve hasta los oídos encerados del destino, pregunté por el camino, aquella figura pálida tenía sus propios planes, sus propias necesidades que me encontraron con la guardia baja, tenía su propio vocabulario que a mis oídos llegaban como murmullos bajo el agua, como el mundo reacomodándose 45 grados hacia la izquierda.
El tiempo parecía desdoblarse como polaroids de la escena del crimen, acomodándose uno al lado del otro como en un muro de ladrillos. Yo contra el muro, mis mejillas aplanadas sobre la superficie rasposa, mis manos detrás inutilizadas, el metal frío, más frío que la noche, mi cuerpo ardía con la fiebre de la sorpresa, un objeto contundente en la nuca y la noche apenas comienza.
No estoy segura de haber podido resistir, supongo que sería un conocimiento inútil, pues nunca opuse resistencia, sabía que alguien debía mostrarme un camino y si éste era el camino no tenía sentido luchar, el río caudaloso del deseo me llevaría a donde tengo que estar.
Entonces mis ojos se abren como muslos a la opresiva oscuridad, y mis muslos se abren como ojos, hacia un arquitecto del caos, al calor de una violencia intuida pero jamás saboreada. Hay cosas en la vida que nos llegan como arrebatos inexorables, espejos que encontramos a nuestro paso y nos confrontan, nos obligan a mirarnos desde afuera para luego clavarnos en un nosotros más palpable, más explorado.
El placer, ese monstruo casi extinto en la fauna de mi vida se me presenta como ineludible en este momento, lo estimo y no quiero cuestionar porque ahora me respira en el cuello.
Besos turbios amenazan con devorarme, mi cuerpo va tomando forma bajo el pincel de una boca y desaparece para trocarse en sentimiento, una nariz que me esnifa para intoxicarse con el aroma tibio de mi vida, desea disolverme en su sangre y que le vuele la cabeza.
Más despacio, no iré a ningún lado…
Se detiene, cavila, plantea otra aproximación. Sus manos sobrevuelan mi cuerpo lentamente sin tocarme, siento el aire aplastado entre mi piel y su piel, algo como una electricidad que nos mueve a actuar; vendas me cubren los ojos pero otro ojo oculto se abrió para ver con la luz de mi alma un escenario sin prejuicios restrictivos, alguien desnudaba el lado oscuro mi luna, me deshojaba como rosa de medianoche, los botones de mi camisa claudicaban, unas manos reptan bajo la tela, bajo el encaje para sentir la vida que exhalan mis poros.
Esas manos como cabras locas me enseñaron el camino a un bosque solitario de árboles petrificados, me abrieron las puertas al jardín prohibido, olvidado. A ratos parecía incongruente respirar, el aire huía de mí tan pronto como lo asía con la esponja dentro de mi pecho y esas manos despeñando profundamente en el agujero del conejo o quizás del gusano, proyectándose en otro universo, internándose en lo desconocido. Me sé víctima del placer, de tanto deseo desatado, de tanto ser que se expande.
Cómo mi piel se muere por ser la necesidad inmanente de otra piel por un segundo aunque sea, como ver ese segundo morir y que nazca otro. Me abraza, me aprieta contra su cuerpo como deseando penetrar en los pequeños espacios libres, el tejido intersticial que me compone, ritual de horas, se aleja.
Otro momento, me alimenta. Soy una niña malcriada que necesita que le digan que hacer y cuando. Su torso es mi plato, no podría comer de otro modo, tengo que limpiar este plato. Él conoce mis necesidades cíclicas y no desea quebrar ese equilibrio vital.
Me baña. Una ducha caliente, imagino su cuerpo desnudo junto al mío, sus manos me enjuagan, estoy empapada, me envuelve en espuma jabonosa, seguramente blanca, me empuja contra la pared fría, comparto sus deseos fraternos, su abrazo me estremece, somos siameses de la cintura para abajo. Meticuloso, me seca para que no agarre mucho el frío, me cambia las vendas por otras secas, no me deja mirarlo con estos globos de carne y agua, no quiere que vea lo que todos pueden ver con facilidad, me deja ver lo que sólo yo puedo, lo que sólo yo debo…
Ahora soy la madre ciega que amamanta el capricho de un hijo que la adora pero que terminará rompiéndole el corazón, bestia peluda con tentáculos de velcro, su lengua busca la mía como un camaleón su camino, errático, pensativo, entre nubes de dudas.
El retorno de la violencia, es un ánimo que nos posee y mete cosas en nuestra cabeza, no hay otro remedio a todo el ruido de adentro mas que exorcizar los demonios de su cuerpo en el mío. Me ata a la cama, me amordaza cosa que parece innecesaria pero me complace, cada vez más adentro de mí. Empieza a golpearme con su cinturón, primero golpes aislados, bien analizados para luego perderse en la orgásmica golpiza, el cuero grita contra mi espalda, en mi boca se ahoga el grito, a punto de desfallecer se detiene, se monta en mi espalda, lame la sangre, me sodomiza.
El dolor es un placer tan profundo…un abismo en el mar, deja escapar una lava que nos quema en la piel, nos marca en el alma.
Me parece haber dormido por siglos. Soñé con él, lo último que recuerdo antes de despertar son sus manos sobre mí, una fuerza desconocida y oscura nos separó tan súbitamente que sus manos se desprendieron de su cuerpo, lo vi derretirse mientras se alejaba. Desperté llorando pero mis lágrimas cedieron cuando lo sentí dormido sobre mí, su verga acunada como un bebé satisfecho entre mis nalgas.
Te das cuenta que un día estaremos muertos para siempre. Ya no despertar todas las mañanas, ya no soportar el peso de la vida en nuestros hombros, ya no desesperar frente al inconmensurable abismo del devenir, la negación de la negación, la disolución final, retorno al todo que un buen día nos vomito y poco a poco nos va devorando.
Esa condena a muerte eterna que es la vida…la comprendo y abrazo, pues ahora respiro y siento, sé que no siempre fue así y que jamás volverá a ser así.
Tres meses después seguía martillando en mi cabeza una pregunta: ¿Por qué sigo con vida?
De mi pecho manaba un amor como lava, que corroe todo lo demás, un amor que ya no podía erupcionar sobre aquel objeto amado, inerte. Me lleve sus manos conmigo, su tacto me estremecía pero además era la constatación de lo imposible. Son las últimas reflexiones frente al vacío, nos vemos en el fondo.
Compartimos algo puro, un clímax inenarrable, después de esta noche todo lo demás será gris y sin sentido, recorrimos un camino del cual es imposible retornar.

miércoles, 10 de junio de 2009

El engendro

De manera que el verdadero motivo de la corta estadía de Marta en el hospital fue callado por nosotras dos como un secreto innombrable, un hecho del cual debíamos borrar todo registro memorístico para evitar ser consumidas por él pero ese silencio consensuado se transformó demasiado rápido en una muralla infranqueable que nos separaba, no sólo a mí y a Marta sino también a nuestros padres, debía tener mucho cuidado de no hacer ningún tipo de alusión a lo sucedido y cada vez me parecía más difícil de sobrellevar la carga de tan oscuro secreto.
Y sucedió lo que tanto temía, pensé que me sentiría mejor al confiar mis pesares a mí diario pero un fin de semana, mientras mamá arreglaba la casa, encontró mi cuaderno bajo el colchón y no supo contener su curiosidad, la misma curiosidad que condenó a la esposa de Lot condenó a mi madre. Entré en mi habitación y al verla ojeando mi diario corrí hasta ella, me arrodille frente a su regazo y mientras cerraba el diario nos pusimos a llorar, me cuestionó por no habérselo comentado y yo ardía de vergüenza mientras me sermoneaba como si yo fuera la culpable de todos los deslices de Marta, sabía que no era a mí a quien correspondía ser madre de Marta pero era mi culpa, enteramente mía, aun cuando no quisiera aceptarlo y fue mi desobediencia, mi reticencia a seguir cargando con el mundo sobre mis hombros que mi madre enfermó.
Esa noche tuvo suerte, después de tomar una botella de vodka con un par de amigas se sentía como la mierda, la cabeza le daba vueltas y se puso a vomitar hasta el almuerzo del día anterior en una esquina pobremente iluminada. Era casi una moda practicada por todas sus amigas que aseguraba el pleno disfrute de la fiesta sin preocuparse nunca de beber demasiado, utilizar su derecho al vomito para deshacerse del alcohol sobrante que le impida continuar tomando como los romanos durante sus ceremoniosas y caóticas orgías, se consideraba una bulímica de fin de semana, pero esa era una definición un poco errónea pues todas las noches buscaban excusas para chupar con los amigos, toda una institución.
Él le invito un porro al cual ella no se pudo negar, las pastillas eran las que más le martillaban la cabeza, como diez diferentes todos los días para mantenerse sana, o eso decía la psiquiatra; recordó que hace sólo una hora estuvo plantada en un sofá pidiendo misericordia a la gravedad, tratando que el mundo no le pase como un tren por encima, en vano.
Hacia un poco de frío esa madrugada, el calor de la pesada tarde le pegoteaba la ropa por su delicada piel y el fresco nocturno le sacudía la carne blanda con fiereza, se sentía desnuda ante los elementos; un tibio vaho se desprendía de su boca cada vez que el denso humo acariciaba su garganta lastimada; él le hablaba al estilo de la profesora de Charly Brown cuando retornaron las penosas arcadas, ya sólo quedaba alcohol pero seguía vomitando como si comiera como se debe. Su madre consideraba preocupante el exiguo apetito de su hija pero no había mucho que pudiera hacer, tenía que trabajar todo el día y le daba una visita relámpago a su casa para almorzar, en ese breve periodo le resultaba complicado controlar que comía su hija o dejaba de comer, apenas tenía oportunidad, ella se escabullía hasta el patio y le ofrecía la mayor parte de su almuerzo al perro, quien lo recibía gustoso meneando agradecido el rabo sin saberse cómplice de la anorexia de su amada dueña.
Cuando no hubo nada más en su estómago que vomitar se reunieron con los demás, ahora podría continuar bebiendo por unas horas más, hasta que el alcohol le ganará y la tumbará, y la aurora, con sus cálidos rayos hallaran su humanidad desparramada en cualquier plaza, el sábado más viejo del mundo, plagado de resaca, en el cual deseara nunca haber nacido, por enésima vez.
Sus jeans ajustados y su blusa negra se contornearon de regreso al sofá una vez adentro, la casa era un desastroso bacanal, iluminado con débiles lámparas desperdigadas por los rincones, paños de colores brillantes colgaban de las raídas paredes dándole un toque bohemio a la sala, algunas personas bailaban ritmos desaforados y otros, sentados alrededor de la mesita, observaban con paciencia la lenta procesión del vaso de vino con una atención casi hipnótica esperando sus respectivos turnos; horas antes había llorado como un bebé por ninguna razón, no hacían más falta, ellas sobraban, se colaban entre los días de su calendario y se agregaban como en una lista de supermercado a su extensa e interminable nota de suicidio que llevaba por estos días más de trescientas paginas; tampoco tomó muy bien la noticia de su examen, no estaba preparada para eso, estaba destrozada, antes de rendir se había tomado unas cuantas pastillas para tranquilizarse porque la espera causaba estragos en su psique, se empezaba a hiperventilar en el patio mientras repasaba inquieta sus lecciones y necesitaba desesperadamente aumentar sus dosis, cosa de la cual su doctora no tenía ni idea, consideraba a su estomago destruido un precio muy pequeño para la serenidad, aun lo creía imposible, quizás se equivocaron al corregir su prueba, continuaba inquiriéndose como pudo haber sacado un puntaje tan alto.
Sabía que él la miraba de un modo lascivo desde hacía tiempo, le parecía tan inverosímil como el resultado de su examen pero durante la noche batalló con su mirada en un intento por descifrar que morbosas posiciones él imaginaba que podría retorcer su dúctil feminidad; sus ávidos ojos la recorrían de palmo a palmo, podía sentir esos bellos ojos grises apretando su piel contra sus huesos, le erizaba los vellos de la nuca el saberse violada, revolcándose en esos redondos ojos grises que no dejaban de acecharla, la observaba de una manera sumamente obscena y nadie se percataba de ello, ni siquiera Marta al principio.
Aprovechó el momento en que él salía afuera a tomar una llamada, una voz desconocida que alejaba su mirada de ella, se tomó un tiempo para decidir mientras observaba atenta su figura desaparecer tras la puerta de madera, los celos se apoderaron de su razón y lo siguió descaradamente, pero nadie se dio cuenta de su desaparición; desde el principio le llamó la atención su carisma de Rock Star, su aspecto desgarbado y su enredada y larga melena negra. Era flaco como un poste y demasiado alto para su gusto pero su cara de ángel caído le resultaba imposible de resistir y, por supuesto, esos fuertes y mesméricos ojos grises que la embrujaron desde hace largo rato.
No fue prolongada su espera; él termino su llamada, guardó su celular en un bolsillo y notó su presencia. Se escabulleron de los amigos sin mediar palabras y buscaron un refugio digno de la pasión desbordante que ardía solemne entre los dos, el único lazo que jamás los uniría; no caminaron ni media cuadra antes de encontrar la querida esquina que sirvió de abrigo para su tierna pirotecnia estomacal y al dar vuelta a la esquina encontraron el lugar ideal. Una polvorienta y sombría casa en construcción, con vigas esparcidas por todos lados, sórdida, se alzaba a medias en la noche como una invitación al libertinaje, clavos y bolsas de cemento poblaban la muda mansión de placer.
Había esperado demasiado para este momento, en el cual un hermoso desconocido le arrancaba su ropa a mordiscos cual sabueso rabioso devorando una débil liebrecilla, esparciendo su sangre y sus tripas por el oscuro campo; era la dulce claudicación, dejarse besar por ese hombre misterioso al que nunca había visto antes, dejarse penetrar como una tabla es penetrada por un duro clavo metálico, rota por dentro. Varias veces le habían contado sus amigas del dolor casi insoportable de la primera vez, ella lo recibía con gusto dando gritos, alaridos de dolor, deseosa de ser destrozada por dentro. El sexo oral no era nada nuevo pero mezclado en el éxtasis de la noche, con toda la vorágine de sensaciones nuevas, ignorados placeres y dolores, era como una lección por aprender.
Divina sensación, cada papila que acariciaba su clítoris con apetencia, engullendo las húmedas dádivas de la más cruel lujuria; todo se sentía tan nuevo y tan antiguo al mismo tiempo, la naturaleza haciendo su trabajo, probaron todas las posiciones que el había elucubrado tan ingeniosamente durante la intensa sesión de sexo visual, cuando él la desnudaba con su fuerte mirada en la penumbra de la sala, ella se había rendido exhausta varias veces pero de la nada recobraba fuerzas nuevas para continuar experimentando, sus miembros trémulos se contorsionaban en la búsqueda de su último objetivo, llegar.
Luego de esa noche, nunca más se vieron, no importaba demasiado porque ella había conseguido lo que quería y eso era todo lo que le importaba; se había, prácticamente, olvidado de ese extraño desconocido que se cruzó un buen día por su camino hasta que se empezó a sentir enferma. Casi no comía pero se despertaba con náuseas y la calamidad emboscaba sus pensamientos, durante un par de semanas trató de hacer caso omiso al asunto, no tenía dinero para pensar demasiado en eso, cuando logró conseguir el dinero necesario para comprar una prueba de embarazo y confirmar sus sospechas ya era demasiado tarde.
Al principio, trató de racionalizar la cuestión y decirse a sí misma que ese tipo de pruebas no son cien por ciento seguras, que de todas formas su periodo nunca fue regular y que sería exagerado el hecho de quedar embarazada la primera vez, muy cliché, pero bien sabía que la naturaleza no respeta ese tipo de leyes.
Luego del colegio se reunió con sus amigas en el parque, como de costumbre, guardando un silencio sepulcral mientras escuchaba la cháchara de sus compañeras como ruido de fondo, su atención se centraba en su ombligo, veía su vientre crecer irremediablemente, pensando que más temprano que tarde alguien se daría cuenta y no habría vuelta atrás, como si el callar semejante secreto lo hiciera desaparecer, entre parpadeo y parpadeo aspiraba el pernicioso humo de su cigarrillo, entonces una de sus amigas, preocupadas por su silencio meditabundo y distante le interpeló: “Cállate, Marta. Estás hablando demasiado”
Una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, pero pronto se torno en un rictus de consternación cuando su amiga continuó: “Te noto pálida últimamente. ¿Te sientes bien?”
Era un hecho, pronto todos lo sabrían y la señalarían con dedos acusadores, la segregarían como un perro sarnoso preñado de pus, sacudido por la miseria.
“Tengo acidez, nada más” respondió escueta, en un intento deliberado de recurrir a la negación.
“¿En serio?” cuestionó su amiga con insistencia “Parece que hiciste las paces con la comida, estás más rellenita”
Antes que se acabara su cigarrillo sacó otro de la caja para encenderlo con la colilla, tratando de lucir calmada “Sí, ya ves, todo el mundo cambia”
En casa, trataba de aplacar el dolor de la verdad con su rutina alcohólica, una verdad que ni se animaba a mencionar; aumento sus dosis de pastillas para mantener la calma pero nada le daba paz mental, nada la consolaba. Aparecía con sus ojos rojos e hinchados por el llanto en todos lados, bebía hasta llorar en la oscuridad de su habitación y se despertaba vomitando sangre.
Los bellos ojos grises que en un momento la sedujeron plagaron sus pesadillas y no dejaba de escribir en su diario como maniática “Las chicas buenas hacen buenas acciones y las chicas malas se cortan las venas…”.
Cuando la gente empezó a notar, que a pesar de lucir demacrada, su panza estaba un poco más grande y las sospechas sobrevolaban el seno familiar y todos los círculos de amigos tomó la decisión. Por el mismo conducto que un día le produjo tanto placer se introdujo el tubo de la aspiradora, sabía que no podría pagar un aborto, pero nada le preparó para el dolor espantoso de la aspiración.
Lanzó un desgarrador y prolongado chillido, en la casa no había nadie que pudiera escuchar sus penas y corriese para auxiliarla, sentía como si el infierno que bullía en sus entrañas estuviera por corroer su salida hacia la poderosa succión de la aspiradora y en esos breves minutos el tiempo parecía suspenderse y dilatar su agonía, como una vendetta divina que se servía de ella para aplacar una ira misteriosa por abortar a Jesús; cuando el motor de la aspiradora detuvo su funesta marcha el lacerante malestar sólo comenzaba.
Su vagina había vomitado el fruto de su desdicha, el feto trimesino aún colgaba de su cuerpo por el cordón umbilical como un grotesco cuadro en la estéril pared de un hospital, su pequeño corazón aún latía presuroso hacia la muerte, la sangre escupida de sus vísceras se resbalaba por sus muslos. Trató de caminar pero sus fuerzas estaban disminuidas por el intenso dolor que sentía en el vientre y trastabilló poco después de levantarse, se arrastró hasta la puerta para destrabarla en un vano intento por buscar ayuda, nadie respondía a sus llamados y clamores en los desolados recintos de su casa, aunque de todos modos ese jamás fue su hogar, era más bien la prolongación de la prisión en la que se pudría de a poco.
La alfombra era lentamente tomada por el cáncer rojo que fluía voraz de entre sus piernas y reptaba como una víbora hacia el exterior, poco después la hemorragia y el espanto de ver aquél engendro al que se le escabullía la vida le arrebataron la energía y se desplomó en el suelo.
Las horas le pesaban como frías gotas de sudor plomizo, en el hospital todos creyeron que fue un aborto espontáneo, un caso extraño que dejaba dudas a su paso pero por la salud deteriorada de Marta nadie sospecho demasiado, nos dijeron que su matriz estaba severamente dañada y que probablemente jamás volvería a concebir, lo cual consideré demasiado trágico pero ella no parecía comprender la gravedad de su situación, algún día se arrepentiría de todo el daño que se estaba inflingiendo y yo no podré hacer nada para remediarlo.
Sólo atinó a rogarme que no se lo dijera a nuestros padres, no la creí suficientemente humana como para hacerle favores en ese momento, cuanto desee que hubiera sido papá y no yo quien la encontrara bañada en su propio infortunio, que le diera las zurras que se merecía, que le devolviera la razón a su cabeza pero me vi obligada a mantener todo este horrible episodio en secreto por el bien de mamá, ella no lo soportaría, algo así destrozaría su débil corazón.
La compasión me obligó a ocultar la aspiradora, si los paramédicos la encontraban así era seguro que la denunciarían ante la ley y eso hubiera sido una terrible catástrofe.
Me resultaba lastimoso el estado de desamparo en el que se encontraba y no sabía que hacer exactamente para ayudarla, era tan sólo una niña confundida dirigiéndose irremediablemente a la ruina, cualquier cosa que hiciera parecía expresar más condescendencia e indulgencia que cariño, estaba atrapada en esa mentira que estaba forzada a perpetuar.

domingo, 31 de mayo de 2009

Es lo que hay...
Tenues farolitos
En frías calles de invierno
La garúa continua de los ojos del cielo
Pisando los talones de mi sombra
Que va perdiéndose dentro de la oscuridad
Son tiempos bizarros
Una pide ayuda y ésta
Viene desde el cañón de un arma
Tiempos desesperados...

jueves, 28 de mayo de 2009


Y morir tal vez...
si fuera posible
de la brisa ciega que juega
con esa maraña de tu
cabeza
de tus dedos mágicos contorsionando
con el viento de mis suspiros
de tu aroma menguante
de cadáveres encerrados
por siempre
de no haber podido tocarte
jamás
de las plazas llenas
de palomas sin alas
de tu puñal sangriento
impávido
en el ojo
del huracán de mis deseos.

recorro oscuros pasajes de tu mente hacia los infiernos
me dijo que si tuviera que ir seria conmigo
Kérberos olisqueó mis manos y reminiscente movía la cola
como quien encuentra un viejo amigo
recuerda, aquí no hay primaveras
sentí el viento arrastrarme sutilmente
se petrificaron los gestos
mi voz cantarina se apagó
cuando conocí a Satán
hermoso y seductor
sin remedio ofrecí mi cuerpo en sacrificio
devoró mi corazón y mi alma se preño de odios
la única canción seria visceral quebrada... lentamente monocorde
escuchando mi sentencia
en el infierno todas las batallas están perdidas
si ganas ten presente que es sólo para que la perdida sea mas desgarrante
cada vez...
contemple por eones aquella sombra ya distante
ser tragada por la oscuridad
los pasos se apagaban a lo lejos
una densa ráfaga comenzó a mutilarme
a besarme con dientes metálicos
como pequeños espirales me arrojaron a un diminuto pozo
un inmenso pozo de palabras y ruidos
afuera el silencio más rígido
detrás de los ojos llenos de aquellas aguas mugrientas
mis pechos reventaron como flores que se abrían
humo pareciera salir de mi carne
mi melena en llamas
fuego avivado por aquellas aguas mugrientas
asi fue como perdí mi alma

domingo, 24 de mayo de 2009

Mi cabeza no anida sueños
Anida noches en vela
Pajáritos degollados se retuercen en mis ojos
Nadie escuchara su canto vespertino
Sólo un aleteo desesperado y terminal.

viernes, 22 de mayo de 2009


Cual alma en pena recorro los caminos
Llorando por todo aquello que se ha perdido
Paso lento y cansino...
Arrastro pesadas cadenas, dolor
cansada como eternidad petrificada
Putrefacta, doliente enamorada
Marcando con los pies el triste latido
El pulso de la muerte en el amor
Amada muerta que ya nada espera
Existe la voluntad de parir el infierno
de dormir el infierno bajo el cielo podrido
De besar con mi pensamiento el pasado marchito

jueves, 14 de mayo de 2009

Efecto invernadero.


Te perdiste en un bosque
y yo no pude si no mirar
o más bien dejar de mirar
sin hacer nada.

Los árboles comenzaron a morir
y yo no pude si no mirar.

El cielo se llenó de peste
comenzó a oscurecerse.

En el río flotaban peces
y yo no pude si no mirar.

Esperar un veloz ocaso
que todo fuera pesadilla
el mundo estaba muriendo
quizás, de personas como yo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cerraste los ojos...
Qué puede el sol necesitar
de la pálida luna enamorada
...los abismos
El silencio inundo los pasillos
las sonrisas que nacen en pequeños huevos
que pisas con pies descalzos
Algo de mi ser, bullente quiso derramarse...
Se astilló en tu carne, húmeda...
se sumió en recodos del silencio
La noche te susurra añoranzas...
catatónicas,
petrificadas...
Un pequeño hoyo en mis venas
que no deja de manar...
mañana se inundaran los recuerdos
dentro de los abismos
lloran tus brazos, lloran tus penas
"Se anegaran los recuerdos"
La noche llama con vacíos...
alimenta mis ausencias
tu silencio no me habla
tus ojos fríos ya no buscan los míos
Detrás de tu misterio se ocultan
cien primaveras marchitas
¿Y que hacer si todos visten ya sus mortajas?
Huir a tiempo no es cobardía
El olvido es un barco vacío
una vez a bordo, la brisa deteriora
feneció el tiempo de las revelaciones...
Ya no te tocan mis alaridos,
ya no te besan mis lágrimas
La mutez de la alborada semeja la de mi alma
no canta un solo pajarillo
"Todos han muerto de frío"
Tu lengua que me habló el lenguaje eterno
se pudrió en su nido
Al amanecer
me visitan los fantasmas de tus besos
arpías que afilan sus picos en mis huesos
y devoran mis entrañas expuestas.

viernes, 8 de mayo de 2009

Superrealidad

SantaRitas...

Mariposas libando

néctar dulce

al mediodía...

Alitas amarillas

entre autos y buses

sobrevolando el smog.

martes, 28 de abril de 2009

Y qué es la agonía?



La musa se nos muere de envidia
la acostamos en el suelo
apagamos las luces

¿Y qué es la agonía?

Lágrimas brotaron de sus ojos
cuatro son los jinetes de su apocalipsis
húmedos y trasparentes

Eterno palpitar del deceso subcutáneo
murió bajo los cascos
en la alfombra

Y se irguió la tragedia
quien desconsolada se lanzó por la ventana
silente noche sin aurora

Tuve tiempo de meditar
cambiar de opinión
pero el aire no se volvía más sólido

Y caigo desde entonces
en busca del asfalto

Y ninguna ventana se abre para mí
sólo la boca inmensa de la oscuridad

Y la noche amanece más espesa
lechosa

¿Y qué es la agonía?


jueves, 23 de abril de 2009

Happiness...


I want the happiness of pills
The drone conversation tone
A smile that fails to crack

A happiness in shrouds
Engulfs my folded cries
Wishful, forgetfulness of stars
Trembling oh, afar...

I want a drill of happiness
Drowsiness,
Eyelids falling heavily to meet each other

Dancing around flowers
I wanted to feel your lips soft caress of goodnight
By nightfall, the cold breeze kisses her goodbye

I want the happiness of pills
Flies walking around my skin
I want the happiness of pills
Going early to my mattress
for a hundred thousand years of sleep

jueves, 16 de abril de 2009


My body is not made of flesh

is made of thousand words,


Words they've spoken...


Words you've said...


My pores are silence


Gaps of the unsaid,


of the unknown...


Would you like to add anything else?

martes, 7 de abril de 2009

Capitulo tres


Mi inocencia no se constituyo en un mundo rosa de nubes y caramelos, más bien la urgencia de convencerme que todos eran felices menos yo, que el mundo perfecto se derrumba tan solo a mi tacto pues así, podía habitar en mí la esperanza de librarme en algún momento de esa maldición…


En cambio, con el paso del tiempo una puede notar que, en todo caso, no es la única infeliz y regocijarse en esa compañía al principio para luego terminar abrumada, la tristeza es un muro donde podemos recluirnos de por vida sin jamás sentir otro ser humano.


Conocí demasiada gente como esa en el hospital, deambulando por los pasillos o en oficinas, aislados en sus ideas y nociones muy particulares sobre el mundo, sin posibilidades de aventurarse con otras perspectivas.


Despunta el alba, el sol motea de luz la cortina de mi cuarto, un trapo pesado que alguna vez había sido blanco. En los días más calientes del año creía sentir un leve hedor a vomito proveniente del mismo.


El calor era sofocante aquella mañana, desfallecía entre las sábanas, el sudor perlado cosquilleando la superficie de mi piel. El cuarto, sin embargo, permanecía plagado de sombras proyectadas por un palo borracho.


Había pasado toda la noche en vela, el sueño ya me acariciaba los parpados, de pronto me perdía en vívidas imágenes oníricas que luchaban por ganarme mas aún cualquier sonido externo me devolvía al asfixiante cuartito blanco.


El cuartito se extendía por kilómetros, se acercaba la doctora para hacerme preguntas que preferiría no responder. ¿Qué se cree? ¡No me manejo en esos términos y menos con usted!


Con un clic de la puerta, el crujir de engranajes volvía a sentir el peso del cuerpo inerte sobre el colchón, el calor aplastándome contra la parrilla, casi me pareció ver fuego a mi alrededor. He tenido días más cálidos que estas llamas.


Una sombra se escurría por la abertura de la puerta como si parte de la densa oscuridad del pasillo se desprendiese para llegar hasta mí, lenta y pesada. Me encontré paralizada bajo las sábanas (por el miedo quizás), aquella sombra se movía a mi alrededor justo fuera de mi campo visual, por lo tanto, me resulta imposible establecer su identidad.


Las llamas que me rodean se tornan oscuras, sofocantes…entonces lo siento en mi cuello, doloroso y repentino, la punción que restringió por entero mi movilidad y me dejo a merced del ánimo de mi visitante, lo más probable es que haya descubierto mi vigilia o quizá prefirió no correr ningún riesgo.


De lo que sucedió después conservo recuerdos a medias: una lengua viperina susurrarme obscenidades al oído, unas manos intrusas conociendo mi piel, la certeza de que aquellos besos que la locura imprimía en mi frente jamás se borrarían, plagando mi cabeza con pesadillas por siempre.


Mi mayor temor era ese, que el último gramo de cordura me abandonase definitivamente en brazos del delirio, que no vuelva a ver la luz del sol sin los velos de mis pasiones insanas, encarnadas en mi infierno personal. Entregarme a visiones falaces…correr imprudente a su encuentro, obedecer los despistes de mi instinto, confiar en lo que sólo mis ojos ven, seguir los consejos dictados por voces de cuerpos sutiles…y los demás dejarían de existir para mí…


Una propuesta demasiado tentadora, suspiro, demasiado peligrosa


Tu problema es que piensas demasiado antes de actuar. ¿Te diste cuenta, verdad?


Soy más impulsiva de lo que quisiera, en realidad.


¿Estás segura? Te veo cavilar día y noche sobre ciertas cuestiones, de un modo que solo podría definir como obsesivo, para finalmente no tomar ninguna postura al respecto.


(Silencio).


No te atreves a decirme nada por que sabes que es cierto.


No podría negarlo completamente, estaba pensando en eso, sin querer te doy la razón…


Siempre dudando…


Pero de las cosas que hago, las que son fruto del impulso son las que por más tiempo pago.


Decidiste convencerte de eso para librarte de la responsabilidad…


¡No entiendes! Esa también soy yo.


Simplemente venía para dejarme ese sabor acre en la garganta, para envenenar mis pensamientos, para molestarme.

***

Fue durante su temporada de sonámbula, sospechaba que su trastorno bipolar se fortalecería al inicio del tratamiento, era como esas mariposas negras que se ocultan en lo alto de las paredes, ella no reaccionó muy bien ante la presión de vivir junto a gente enferma, como ella.


Tratar de reestructurar la realidad en el reino de la sinrazón implicaría un esfuerzo sobrehumano, un ejercicio de voluntad, no la creí capaz de lograrlo, por lo que mi esfuerzo se enfoco en suprimir las ideas autodestructivas de su rutina y soltarla cuando no la creyese una amenaza tanto para sí como para los demás.


Aun así aparecieron efectos secundarios que no espere durante mi tratamiento. Siendo un doctor joven creyeron que podría ayudar a esta niña pues no contábamos con ningún especialista y había pasado de mano en mano, yo era su última esperanza.


Durante las primeras dos semanas no logre sacarle una palabra, ni siquiera me miraba; un enfermero la traía y ella se sentaba a mirar fijo algún punto en el espacio, incluso la creí autista, luego me di cuenta que era el susto que la embargaba.


Recuerdo el escándalo que armó el día de nuestra primera sesión, era imposible no advertir que se acercaba una tormenta, venía gritando por el pasillo, forcejeando con un par de enfermeros que terminaron por atarla a la silla.

Tenía los ojos rojos y surcos de lágrimas sobre las mejillas, su larga melena alborotada le daba aspecto de leona furiosa, flaca y demacrada, casi como un cadáver, excepto por el rostro, tenía un rostro muy expresivo…


Desde la segunda sesión dejo de emitir ruidos y mantenía su rostro inmutable, completamente ausente de lo que la rodeaba, lejos de mis palabras…

***

Tendida en la cama, a punto de ser tragada por el colchón, con los ojos fijos en el techo, rostro inexpresivo, lágrimas inexpresivas, un dolor de estómago que llego para instalarse.


Primera noche de vuelta a casa, con la tenue esperanza de que los días más negros hayan quedado en el recuerdo, con el tiempo todo será como una inextricable pesadilla. Ahora el temor sobre el porvenir es mi nube negra, aquello desconocido que se devela a diario, las nuevas experiencias que nos llegan tan ajadas, las oportunidades que dejaremos pasar y las pocas que aprovecharemos, el bullicio del resto de mi vida, del cual esta piedra vieja podría nutrirse para reverdecer.

***

Poco o nada recordaba de aquella niña extraña que rondaba los patios de la escuela pero la reconocí al instante, con ese aire de alma en pena y su rostro donde no hacia mella el tiempo. Me sorprendió lo mucho que había cambiado, todo un año encima, pude comprobar el efecto de las estaciones en aquel cuerpo impúber que para mi suerte había florecido. Un extraño animalito del que no podía despegar mis ojos.


Sin poder evitarlo, me encontré siguiéndola con la mirada durante los recesos, salía al baño para mirarla por la ventana de su curso y salir corriendo hacia mi cubículo y tenerla fresca en mis ojos. Conocía bien su rutina.


Recorría el patio evitando todo contacto visual, temiendo que cualquier mirada pueda ser demasiado reveladora, echando vistazos furtivos sobre el hombro para que nadie la tome por sorpresa, cabeza gacha y ojos inquietos, veloces escanean el área en el vano intento de aquietarlos contra el piso.


Temerosa como un cervatillo acechado por una jauría de lobos, solía ser la primera en salir corriendo al baño antes de llenarse para luego esquivar la mayor cantidad de gente de camino a la soledad de los árboles.


Su figura se perdía en la espesura pintarrajeada de sol, ninfa traviesa conduciéndome hacia el olvido. Tras de ella mis ojos se entretenían con la parte de atrás de sus rodillas, me parecía fascinante contemplar la manera en que se estiraba la piel con cada paso, como se plegaba, imaginar el sabor de aquella zona, mi lengua pasando por encima, mi boca cerrándose sobre ella y succionar.

***

No puedo resistir pero si creyeron que iría por las buenas como manso corderito… se equivocaron conmigo, con ésta gente es imposible razonar, se debe pasar directamente a la acción.


Fui arrojada por mi madre en medio de tinieblas convulsas para humillarme y desmoralizarme hasta renunciar a mi sano juicio y me deje manipular a su antojo, no me dejaría vencer.


Esa tarde me la pase en cama, tratando de conciliar el sueño a gritos, no me parecía justo que nos coaccionarán a dormir por las noches con drogas, no veía porque no administrarme drogas para dormir el resto del día.


Cuando dos hombres irrumpieron en mi cuartito entre en pánico, no podía correr ni esconderme, temía las represalias de mi débil método de persuasión. Me sacaron a rastras, fui pataleando por los pasillos, gritando a todo lo que me daban los pulmones; en ese entonces ya estaba decidida, las cosas tampoco serían fáciles para ellos.


Como no cesaba de bregar resolvieron atarme a la silla donde proseguí con mis gritos intermitentes. Sentía rabia contra todo aquello que me rodeaba, un temblor que me recorría todo el cuerpo, una pesadumbre que era casi imposible de tolerar, sentía un asco especial por aquel hombre insípido sentado tras el escritorio con pretensiones de caballero andante, con licencia para dopar. Quien seguro pensaba que un diploma en la pared le posibilitaría desentrañar mi lógica y sacarme del peligroso laberinto donde andaba metida.

viernes, 13 de febrero de 2009

Mvd-12-02-09



El ángel exterminador se acerca con su espada de fuego,
de sonrisa hermosa y fatal
con una sola mirada de hielo despedaza el alma de los condenados.

Si esta aburrido tímidamente tortura con las yemas de sus dedos,
se extiende como la sombra de una nube sobre ciudades prohibidas,
la noche de su canto endulza mis malos sueños.

Polillas destrozando mi carne en harapos,
crueles heraldos del fin de mis insomnios
¿Quién me rescatará de la ira de sus besos?

Serpientes se escurren por mis brazos y piernas,
me envuelve la llama oscura del placer,
del venenoso placer.

Yacía inocente en mis aposentos cuando sentí el azote de su boca
dejando peces rojos que rezumaban amargas lágrimas por mis poros,
el más profundo néctar del sufrimiento.

Atada sin cuerdas a la cama,
sin otra voluntad que la de sufrir con propiedad...

Con el grito,
estaca en mi cuello,
hendido en mi garganta desfalleciente.

Su cruel estandarte signado en mi brazo izquierdo
advirtiendo su próxima visita,
su siempre próxima visita.

Cuando el terror venga montado en su barco de luna
con el ardiente tormento como obsequio,
con el delirio consumiendo dulcemente mi cerebro.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Desvanece amanecer...

Velos de espeso humo se me escapan
cubren mi rostro...
distorsionan la vida detrás de mis ojos

Mi cuerpo se funde con el humo y se dispersa
mis dedos son brazas, queman...
destruyen y queman a su paso crepitante

Mis pies son de arena, se deshacen con el viento de mi alma
mis pechos se llenan de aire, traslucidos... cada vez más
con cada bocanada pierden densidad

Se derriten mis piernas como charcos de sal
cuando se haga la luz, la muy cruel...
cuando deje de llover... no quedaran ni las cenizas embarradas de este ser.

viernes, 6 de febrero de 2009

El momento de claridad donde todo lo sabes
Te quedas sin aliento, ataque cardiaco...
Taquicardia, arritmia, soplo del corazón
"Ella tiene una forma de hacerme creer... que es para mi la mejor droga..."
Los tambores al ritmo del corazón
todos los días son no...
Todos los días soy yo, sera?
El cuchillo penetra, la verdad
Deztrozada, extendida en el espacio y el tiempo
Anormal por cerrar la boca y no comer y no desear esa carne...
el cadáver a la mesa, sentado a la mesa.
Y ese culito hermoso vomita el semén que lo inundo
se enferma y sigue vomitando hasta que salgan las tripas
Mi cascarón seco, no soy yo!
Derramar mi enfermedad en tu cuerpo y robarte la salud
Verte agonizar, sin remordimientos...
Verte delirar, sin remordimientos...
Verte vomitar, sin remordimientos...
Todos los caminos conducen a tu tumba
Libre de mí misma mis pensamientos no hieren
Y una sonrisa se extiende en el caos de mi rostro.

jueves, 5 de febrero de 2009

Quiero sonreir para mí
sólo para mí
Cuando mi espíritu lo demande
Con un rictus que no envenene
Nunca ser el paisaje sonriente de los demás