miércoles, 24 de enero de 2018

Día 10: Cabello.

¿Qué significa tener salud mental en un mundo profundamente enfermo? Para ser feliz, realmente feliz, como en las tarjetas de Hallmark una debe disociarse de la realidad hasta la esquizofrenia.
La felicidad es una enfermedad mental, no existen personas cuerdas que sean felices.
Habla con Lía sobre el asunto con la mirada fija en el paso de las nubes.
Quizás ser feliz es una forma del egoismo y no de la esquizofrenia. Como cuando no te inmutás por tu vecino que pasa hambre y carencias. Porque a vos nada te falta e incluso justificás diciendo que es "gracias a Dios." Tipo, ¿qué fue eso tan terrible que hizo el vecino para pasarla tan mal? ¿No rezó lo suficiente? ¿Se hizo ateo? ¿Gastó toda su fortuna en mujeres y alcohol? Algo habrá hecho. De paso sirve para que las buenas consciencias practiquen con él la caridad y se ganen su baldosita en el cielo.
Si dios existe no creo que sea tan bueno como dicen. Si no fijate en el director del colegio que dice ser hombre de dios y es de lo peor. Fijate en el presidente. El más corrupto de los hombres es quien llega hasta ahí. Haciendo transas con empresaurios y productores que pagan menos impuestos que Ña Julia, la despensera. Firmando decretos que autorizan destruir ecosistemas enteros para que sus amigos planten soja y le den de pastar a sus vaquitas. Se elige siempre a los peores para tener de quien quejarse. Así siempre alguien más es culpable de lo que nos pasa.
¡Pero si son ellos quienes crean las condiciones para perpetuarse en el poder!
La cabellera rubia de Lía ondea en el viento mientras se exhalta.
¿Porqué pensás que nos enseñan boludeces en el colegio? Que disciplina, que sentarse calladitos, que uniforme. ¿Porqué pensás que en el centro de salud no tienen insumos? Te podés morir bien acá en el pueblo. Si estás mal tenés que ir hasta la capital y gatillar un montón de plata. Crean las condiciones para que la gente sea tan miserable que se crea cualquier cuento de salvación de boca de un político o un pa'i. ¿Porqué pensás que hablan de "cristiana resignación"? Te meten cosas en la cabeza para que no te rebeles. ¿Porqué pensás que el malo de la historia es el ángel que se rebeló ante el poder?
Nunca lo había pensado así. Tiene sentido. 
Así nació el caos bajo las raicillas de su cabello.

martes, 16 de enero de 2018

Día 9: Dedos.

Las cosas cambiaron desde aquel día en que conoció a Lía. La soledad ya no era su única companía. Casi sentía que podía ser como cualquier persona, tener amigos, salir a divertirse, contarle del chico que le gusta, con el que a veces coincidía en el cementerio. El misterioso Cris, quien poco o nada habló sobre su vida.
Aquella hermosa niña rubia le enseñó una tarde lo que consideraba la manera correcta de alcanzar placer. Le dijo que los chicos no eran del todo necesarios y que ella podía darse el gusto sin ayuda de nadie. 
Aunque, esa primera vez fueron los dedos de Lía los que encontraron los puntos adecuados. Sus propios dedos le parecían defectuosos, no lograba encontrar el mismo punto que le había mostrado su amiga. Sintió que algo hacía mal.
Había ido una noche al cementerio pensando quizás encontrar a Cris, pero la noche era fría, tan fría que incluso los espíritus no se aventuraron fuera de sus tumbas. 
Tenía una bolsa con una botella de caña de la que bebió un par de tragos para procurarse calor. Se desabrochó el cinturón e intentó la técnica de los dedos pero seguía sin lograr el efecto buscado.
La frustración se apoderó de ella y la pulsión de muerte reptó por sus manos.
Tomó la bolsa de caña y se cubrió la cabeza con ella. Se inflaba y desinflaba con su aliento. Con su cinto se la ajustó al cuello para impedir el paso del aire y tiró fuerte de un extremo. Le gusta jugar a la muerte, contar hasta donde se aguanta sin desmayarse. Pero de pronto, algo extraño sucedió, luego de un minuto los sonidos del mundo parecían retirarse. 
Su corazón latía en su cabeza como tambor enloquecido y la bolsa se movía cada vez menos. Sus manos se entumecieron, sentía como si empezara a flotar, unos espasmos sacudieron su cuerpo. Nunca estuvo tanto tiempo sin respirar. Al soltar el cinto le volvió el alma al cuerpo y soltó una carcajada. 
Llegó al efecto que tanto buscó pero sin usar los dedos. Jugando a la muerte descubrió otro tipo de placer mucho más intenso y más peligroso. 

martes, 9 de enero de 2018

Día 8: Borracha.

La mirada se perdía en el fondo de un vaso. 
Frente a ella se ahoga un recuerdo, queda sólo un gusto acre en la garganta, un poco seca y quemada por el vino, el vodka, el whisky, la caña y el ron. 
Sabía que mañana tendría varias botellas martillándole la cabeza pero lo importante era ese momento de levedad y dulce olvido.
Aunque a veces el olvido no era nada dulce, a veces el alcohol nos desviste de toda cordura y nos encierra en una habitación en la oscuridad de nuestros temores. A veces despierta las furias y escupe bilis en la cara de amigos y enemigos. A veces, como cadenas, nos restringe la voluntad hasta convertirnos en monigotes del deseo retorcido de quienes nos rodean.
Ella sabía de la violencia que habita en los corazones, la violencia que corroe la médula de los hombres. Aquellos que dicen no poder contenerse para no revelar que en verdad no quieren.
La violencia la había encontrado exangüe en sillones, en veredas, en la parte trasera de autos de tipos que prometían cuidarla de otros mas no de sí mismos.
La muerte misma le había besado la comisura de los labios en más de una ocasión, mientras su mirada se perdía en el fondo de la botella.
Había saboreado la destrucción en un vaso colmado de lujuria y alcohol. 
Suavemente le baja la garganta y le susurra al oído que mañana esto también será un mal recuerdo.

viernes, 5 de enero de 2018

Día 7: Hermana.

Su mundo era más bien silencioso, el ruido de afuera le aturdía un poco. Como un ruido blanco que termina por trastornar. 
El silencio es alegría; la soledad, satisfacción.
No era precisamente una persona gregaria, lidiar con otros seres humanos era su infierno personal. L'enfer c'est les autres.
Adornaba su silencio con canciones, escuchando una y otra vez casi las mismas músicas. 
Así evita burlas y palabras soeces. Se recluía en la canción.
Pero detrás del decorado el mundo exterior seguía con su ritmo y sus colisiones. 
Ella se encerraba en el baño a sacarse unas lágrimas a ritmo de punk, se besaba la piel con cuchillas, se lamía las heridas.
No se sabía oída ni observada, pero ciertas miradas la seguían, ciertos oídos buscaban cualquier palabra que pudiera ser usada en su contra, como si su sola existencia no fuera suficiente tormento.
Un día esos oídos y ojos se transformaron en manos que sostenían su cabeza en el inodoro y, entre risas nefastas, cada tanto tiraban de la sisterna.
Así el mundo busca colarse en nuestro silencio.
"¡Payasa! ¡Payasa! ¡Payasa" reían y tiraban de la cadena. 
Otra voz, ella la escuchaba como desde el fondo de un pozo, interviene, esta vez a su favor. "¡Déjenla en paz!" 
Una niña rubia como de 15 años la saca del pozo donde se había metido. Salvándola de los ojos, oídos, manos y voces que todo lo juzgan.
"Mientras estes conmigo no te van a molestar, las manadas sólo atacan a lobitas solitarias. Lo vi en Discovery Channel". 
Desde ese día serían como hermanas. 
"No te preocupes. Será nuestro secreto" ojos verdes se posaron en sus heridas. "Mi nombre es..."