martes, 22 de enero de 2008

As-17-01-08


Hay una canción

Que sube con el vuelo de los pájaros

Que brilla entre las nubes del firmamento

Que como marcha fúnebre destila el último suspiro de la flor

Inquietante

Acaricia los pálidos labios de la incertidumbre

Le arranca el lustre a crispadas alitas de mariposas

Reposa entre la cándidez de mis senos en flor

Y el blanco

Donde las palabras sobran

Da igual pensar en italiano porque de todas formas sera incomprensible

Entonces las sombras parecen más hirientes alrededor de tanta luz

Y nos invaden mariposas amarillas

Pequeños soles de algodón.

Caronte


En las puertas del Infierno
Las largas lenguas pavimentan mi sendero
Hazme el favor y jamás te dirigiré la palabra
Pisotea mi orgullo mientras yo, subrepticia, te venero
Algún día aprenderé a no beber tanto veneno
Por ahora, continuaré condimentando mis quimeras
Nada más me queda,
El pasado brilla inalterable en las vidrieras
El futuro pende de un finisímo hilo de quebrantable esperanza
Sobre el vacío inconmensurable de mis días anegados
La fría noche se cierne sobre mí
En mi cama, arde entusiasta una acalorada pesadilla
Enredada en la sofocante tormenta de mi almohada
Todos náufragos
Que llegaron a la orilla de la perdición