el amado no la quiere
certeza arraigada en paredes de silencio
sus manos se disolvieron cuando quiso tocarlo
despertar entre relámpagos
y dejarse mojar por la lluvia
que terminará por ahogarnos
como gatitos sueltos en la corriente
tan indefensos y condenados
se perdió esa inocencia
arráncame el sexo
quiero ver como marchita tus manos
niño huérfano de alma
pies descalzos y brazos abiertos al sol
canta la herida del cielo
arde en su sangre
después
concédeme la flor seca
de tu pecho