martes, 28 de abril de 2009

Y qué es la agonía?



La musa se nos muere de envidia
la acostamos en el suelo
apagamos las luces

¿Y qué es la agonía?

Lágrimas brotaron de sus ojos
cuatro son los jinetes de su apocalipsis
húmedos y trasparentes

Eterno palpitar del deceso subcutáneo
murió bajo los cascos
en la alfombra

Y se irguió la tragedia
quien desconsolada se lanzó por la ventana
silente noche sin aurora

Tuve tiempo de meditar
cambiar de opinión
pero el aire no se volvía más sólido

Y caigo desde entonces
en busca del asfalto

Y ninguna ventana se abre para mí
sólo la boca inmensa de la oscuridad

Y la noche amanece más espesa
lechosa

¿Y qué es la agonía?


jueves, 23 de abril de 2009

Happiness...


I want the happiness of pills
The drone conversation tone
A smile that fails to crack

A happiness in shrouds
Engulfs my folded cries
Wishful, forgetfulness of stars
Trembling oh, afar...

I want a drill of happiness
Drowsiness,
Eyelids falling heavily to meet each other

Dancing around flowers
I wanted to feel your lips soft caress of goodnight
By nightfall, the cold breeze kisses her goodbye

I want the happiness of pills
Flies walking around my skin
I want the happiness of pills
Going early to my mattress
for a hundred thousand years of sleep

jueves, 16 de abril de 2009


My body is not made of flesh

is made of thousand words,


Words they've spoken...


Words you've said...


My pores are silence


Gaps of the unsaid,


of the unknown...


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martes, 7 de abril de 2009

Capitulo tres


Mi inocencia no se constituyo en un mundo rosa de nubes y caramelos, más bien la urgencia de convencerme que todos eran felices menos yo, que el mundo perfecto se derrumba tan solo a mi tacto pues así, podía habitar en mí la esperanza de librarme en algún momento de esa maldición…


En cambio, con el paso del tiempo una puede notar que, en todo caso, no es la única infeliz y regocijarse en esa compañía al principio para luego terminar abrumada, la tristeza es un muro donde podemos recluirnos de por vida sin jamás sentir otro ser humano.


Conocí demasiada gente como esa en el hospital, deambulando por los pasillos o en oficinas, aislados en sus ideas y nociones muy particulares sobre el mundo, sin posibilidades de aventurarse con otras perspectivas.


Despunta el alba, el sol motea de luz la cortina de mi cuarto, un trapo pesado que alguna vez había sido blanco. En los días más calientes del año creía sentir un leve hedor a vomito proveniente del mismo.


El calor era sofocante aquella mañana, desfallecía entre las sábanas, el sudor perlado cosquilleando la superficie de mi piel. El cuarto, sin embargo, permanecía plagado de sombras proyectadas por un palo borracho.


Había pasado toda la noche en vela, el sueño ya me acariciaba los parpados, de pronto me perdía en vívidas imágenes oníricas que luchaban por ganarme mas aún cualquier sonido externo me devolvía al asfixiante cuartito blanco.


El cuartito se extendía por kilómetros, se acercaba la doctora para hacerme preguntas que preferiría no responder. ¿Qué se cree? ¡No me manejo en esos términos y menos con usted!


Con un clic de la puerta, el crujir de engranajes volvía a sentir el peso del cuerpo inerte sobre el colchón, el calor aplastándome contra la parrilla, casi me pareció ver fuego a mi alrededor. He tenido días más cálidos que estas llamas.


Una sombra se escurría por la abertura de la puerta como si parte de la densa oscuridad del pasillo se desprendiese para llegar hasta mí, lenta y pesada. Me encontré paralizada bajo las sábanas (por el miedo quizás), aquella sombra se movía a mi alrededor justo fuera de mi campo visual, por lo tanto, me resulta imposible establecer su identidad.


Las llamas que me rodean se tornan oscuras, sofocantes…entonces lo siento en mi cuello, doloroso y repentino, la punción que restringió por entero mi movilidad y me dejo a merced del ánimo de mi visitante, lo más probable es que haya descubierto mi vigilia o quizá prefirió no correr ningún riesgo.


De lo que sucedió después conservo recuerdos a medias: una lengua viperina susurrarme obscenidades al oído, unas manos intrusas conociendo mi piel, la certeza de que aquellos besos que la locura imprimía en mi frente jamás se borrarían, plagando mi cabeza con pesadillas por siempre.


Mi mayor temor era ese, que el último gramo de cordura me abandonase definitivamente en brazos del delirio, que no vuelva a ver la luz del sol sin los velos de mis pasiones insanas, encarnadas en mi infierno personal. Entregarme a visiones falaces…correr imprudente a su encuentro, obedecer los despistes de mi instinto, confiar en lo que sólo mis ojos ven, seguir los consejos dictados por voces de cuerpos sutiles…y los demás dejarían de existir para mí…


Una propuesta demasiado tentadora, suspiro, demasiado peligrosa


Tu problema es que piensas demasiado antes de actuar. ¿Te diste cuenta, verdad?


Soy más impulsiva de lo que quisiera, en realidad.


¿Estás segura? Te veo cavilar día y noche sobre ciertas cuestiones, de un modo que solo podría definir como obsesivo, para finalmente no tomar ninguna postura al respecto.


(Silencio).


No te atreves a decirme nada por que sabes que es cierto.


No podría negarlo completamente, estaba pensando en eso, sin querer te doy la razón…


Siempre dudando…


Pero de las cosas que hago, las que son fruto del impulso son las que por más tiempo pago.


Decidiste convencerte de eso para librarte de la responsabilidad…


¡No entiendes! Esa también soy yo.


Simplemente venía para dejarme ese sabor acre en la garganta, para envenenar mis pensamientos, para molestarme.

***

Fue durante su temporada de sonámbula, sospechaba que su trastorno bipolar se fortalecería al inicio del tratamiento, era como esas mariposas negras que se ocultan en lo alto de las paredes, ella no reaccionó muy bien ante la presión de vivir junto a gente enferma, como ella.


Tratar de reestructurar la realidad en el reino de la sinrazón implicaría un esfuerzo sobrehumano, un ejercicio de voluntad, no la creí capaz de lograrlo, por lo que mi esfuerzo se enfoco en suprimir las ideas autodestructivas de su rutina y soltarla cuando no la creyese una amenaza tanto para sí como para los demás.


Aun así aparecieron efectos secundarios que no espere durante mi tratamiento. Siendo un doctor joven creyeron que podría ayudar a esta niña pues no contábamos con ningún especialista y había pasado de mano en mano, yo era su última esperanza.


Durante las primeras dos semanas no logre sacarle una palabra, ni siquiera me miraba; un enfermero la traía y ella se sentaba a mirar fijo algún punto en el espacio, incluso la creí autista, luego me di cuenta que era el susto que la embargaba.


Recuerdo el escándalo que armó el día de nuestra primera sesión, era imposible no advertir que se acercaba una tormenta, venía gritando por el pasillo, forcejeando con un par de enfermeros que terminaron por atarla a la silla.

Tenía los ojos rojos y surcos de lágrimas sobre las mejillas, su larga melena alborotada le daba aspecto de leona furiosa, flaca y demacrada, casi como un cadáver, excepto por el rostro, tenía un rostro muy expresivo…


Desde la segunda sesión dejo de emitir ruidos y mantenía su rostro inmutable, completamente ausente de lo que la rodeaba, lejos de mis palabras…

***

Tendida en la cama, a punto de ser tragada por el colchón, con los ojos fijos en el techo, rostro inexpresivo, lágrimas inexpresivas, un dolor de estómago que llego para instalarse.


Primera noche de vuelta a casa, con la tenue esperanza de que los días más negros hayan quedado en el recuerdo, con el tiempo todo será como una inextricable pesadilla. Ahora el temor sobre el porvenir es mi nube negra, aquello desconocido que se devela a diario, las nuevas experiencias que nos llegan tan ajadas, las oportunidades que dejaremos pasar y las pocas que aprovecharemos, el bullicio del resto de mi vida, del cual esta piedra vieja podría nutrirse para reverdecer.

***

Poco o nada recordaba de aquella niña extraña que rondaba los patios de la escuela pero la reconocí al instante, con ese aire de alma en pena y su rostro donde no hacia mella el tiempo. Me sorprendió lo mucho que había cambiado, todo un año encima, pude comprobar el efecto de las estaciones en aquel cuerpo impúber que para mi suerte había florecido. Un extraño animalito del que no podía despegar mis ojos.


Sin poder evitarlo, me encontré siguiéndola con la mirada durante los recesos, salía al baño para mirarla por la ventana de su curso y salir corriendo hacia mi cubículo y tenerla fresca en mis ojos. Conocía bien su rutina.


Recorría el patio evitando todo contacto visual, temiendo que cualquier mirada pueda ser demasiado reveladora, echando vistazos furtivos sobre el hombro para que nadie la tome por sorpresa, cabeza gacha y ojos inquietos, veloces escanean el área en el vano intento de aquietarlos contra el piso.


Temerosa como un cervatillo acechado por una jauría de lobos, solía ser la primera en salir corriendo al baño antes de llenarse para luego esquivar la mayor cantidad de gente de camino a la soledad de los árboles.


Su figura se perdía en la espesura pintarrajeada de sol, ninfa traviesa conduciéndome hacia el olvido. Tras de ella mis ojos se entretenían con la parte de atrás de sus rodillas, me parecía fascinante contemplar la manera en que se estiraba la piel con cada paso, como se plegaba, imaginar el sabor de aquella zona, mi lengua pasando por encima, mi boca cerrándose sobre ella y succionar.

***

No puedo resistir pero si creyeron que iría por las buenas como manso corderito… se equivocaron conmigo, con ésta gente es imposible razonar, se debe pasar directamente a la acción.


Fui arrojada por mi madre en medio de tinieblas convulsas para humillarme y desmoralizarme hasta renunciar a mi sano juicio y me deje manipular a su antojo, no me dejaría vencer.


Esa tarde me la pase en cama, tratando de conciliar el sueño a gritos, no me parecía justo que nos coaccionarán a dormir por las noches con drogas, no veía porque no administrarme drogas para dormir el resto del día.


Cuando dos hombres irrumpieron en mi cuartito entre en pánico, no podía correr ni esconderme, temía las represalias de mi débil método de persuasión. Me sacaron a rastras, fui pataleando por los pasillos, gritando a todo lo que me daban los pulmones; en ese entonces ya estaba decidida, las cosas tampoco serían fáciles para ellos.


Como no cesaba de bregar resolvieron atarme a la silla donde proseguí con mis gritos intermitentes. Sentía rabia contra todo aquello que me rodeaba, un temblor que me recorría todo el cuerpo, una pesadumbre que era casi imposible de tolerar, sentía un asco especial por aquel hombre insípido sentado tras el escritorio con pretensiones de caballero andante, con licencia para dopar. Quien seguro pensaba que un diploma en la pared le posibilitaría desentrañar mi lógica y sacarme del peligroso laberinto donde andaba metida.