domingo, 30 de septiembre de 2018

Día 13: Tinta

El vértigo del abismo se tornó una compañía persistente; en su mente, todos los caminos eran el camino del arroyo.
Sus pies fríos, el murmullo del agua, la sensación de guijarros y arena en la planta de sus pies. El camino del arroyo la conducía hacia un salto y no había manera de volver atrás. El olor ferroso a sangre, mezclado con hedor a pis y estiércol se convirtió en el aroma del mundo.
Necesitaba escribirlo para fijar sus ideas, para ir confiriéndoles coherencia y sustancia, para trazar el camino del arroyo y servirse de él para concretar su voluntad.
"Siempre fui muy complaciente, traté de cumplir con las expectativas que otros proyectaron en mí ya sean convenientes o no, intenté pasar desapercibida, fui pasiva frente a hostilidades con el afán de evitar conflictos. Evité hablar incluso cuando me hacían preguntas directas, para que nadie se diera cuenta que no era como los demás, para que no me vieran sola y por ende vulnerable. No sirvió de nada, más que para resaltar la diferencia".
"Intentaron cambiarme, intentaron moldearme según sus apetitos y necesidades. Nunca pude ser yo misma, siempre espejo de su crueldad. Es hora de asumirlo y devolver el reflejo".
"Asumir ese estar del otro lado, ese estar sola y del otro lado. Asumir que debía realizar el trabajo más arduo de todos. Asumir que tendría que conjurar una fuerza que creía no poseer".
Conquistar la soberanía perdida. Los chicos de su clase, los profesores, el sacerdote, la policía, los diplomáticos subastando libertades a las multinacionales, todos ellos restándole soberanía y libertad. Todo eso para comerciar con su alma, robarle el espíritu, secuestrar su tiempo en vanas corridas, el estilo de vida que pretendieron inculcarle: la presión de graduarse y buscar empleo, encontrar pareja, entregarse a un desenfreno comedido de secretas pasiones carnales, críar la siguiente generación de mano de obra barata y carne de cañón, endeudarse a causa de deseos implantados para aceitar la máquina del consumo y la obsolescencia programada, la autodestrucción a mediano y largo plazo.
El agua del arroyo se oscurecía a medida que escribía. En algún momento toda esa agua sería tinta corriendo hacia el mar de su voluntad.

martes, 25 de septiembre de 2018

Día 12: Podredumbre

Si quisieramos definir la realidad tendríamos que admitir que su existencia es relativa y esta relacionada con la perspectiva, se construye desde un punto de vista.
No existe realidad que no este empañada de interpretaciones subjetivas.
Parafraseando a Kant y Anaïs Nin: no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos. 
Desde aquel día en el arroyo el horizonte de nuestra protagonista se desplazó, es lo que sucede cuando enfrentamos una realidad que preferimos ignorar. 
Cuando la verdad sale de su pozo no deja piedra sobre piedra en el muro de mentiras que levantamos para no ver lo que sucede frente a nuestros ojos.
Es más común de lo que se cree utilizar la negación para evadirnos de ciertas cuestiones que nos interpelan pero una vez que cae el velo no hay forma de mirar al costado.
Aquella tarde en el arroyo tuvo un momento de claridad: no sólo se sintió reflejada como en un espejo de obsidiana, ella misma era el reflejo cada vez más nítido de un mundo amenazante y hostil. 
Sentía como si la estuviesen castigando por pecar de ingenua, como las mujeres en las historias del Marqués De Sade. 
La verdad nos cambia. No sentía más temor ni vergüenza, por vez primera. Podía verse y comprender el fuego voraz que arde en su pecho.
La mente suele ser una prisión o puede ser el último refugio del libre albedrío. Ella murió en el arroyo para renacer como una verdad incómoda, como instrumento de tormento y redención, quizás uno y otro no sean tan distintos.
Desde aquella tarde, el arroyo se instaló en su cabeza como si fuera el centro de un laberinto. Por siempre bañada en sangre de víctimas inocentes del consumo. 
Meditando sobre aquel instante de claridad.
Un aroma sutil a podredumbre y claveles la acompañaron desde entonces.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Día 11: Tormenta.

Ominoso negro teñía el cielo, a ratos, relámpagos quiebran la oscuridad. Toda ella era tormenta que azota la tierra con viento y lluvia, con rayos y centellas.
Deshaciéndose en el suelo, en el agua, entre las piedras, bañada en sangre de animales, en pis, en mierda. Arrastrando las cuerdas que la sostuvieron al viejo Tajy y su plétora de oro.
Era ella y no la lluvia quien se precipitaba como gato de nueve colas sobre el lomo del mundo y sobre sí misma.
Éste era el castigo por no acatar el tácito acuerdo social que mantenía la paz en el pueblo. El castigo normalizador de su anormalidad.
No les bastó repetir entre burlas y palabras soeces que iría al infierno por ser hija de madre soltera, debían evocar el infierno en la tierra.
La tomaron por sorpresa en un camino desolado, opuso resistencia pero ellos eran más. La historia de siempre: el grupo imponiéndose al individuo.
Se la llevaron a rastras hasta el borde del arroyo, se tomaron turnos para golpearla. Habían preparado un balde con desperdicios del matadero, esperando a los matones, tan calculado, el plan qie daría rienda suelta a esas fantasías morbosas que ella inspiraba en sus cabecitas hambrientas de poder.
Sabían que ella no consumía carne y eso la molestaría bastante. Cuando se cansaron de sus gritos le taparon la boca con vísceras, a modo de mordaza sangrienta. No pudo contener el asco y vomitó un par de veces, eso excitaba a la manada, le obligaron a tragar la carne muerta. 
Cuando se hartaron de los juegos la amarraron al árbol como deseando que el olor a sangre seduzca a alguna bestia del monte. 
Las horas pasaron, la manada se alejó satisfecha, ella nunca dejó de forcejear con las cuerdas. Un grito bestial emanó de sus entrañas y una bandada de pájaros se echó a volar. Caminó por el arroyo para que nadie pudiera verla derrotada. La  tormenta fue casi una caricia para su espíritu atribulado.


miércoles, 24 de enero de 2018

Día 10: Cabello.

¿Qué significa tener salud mental en un mundo profundamente enfermo? Para ser feliz, realmente feliz, como en las tarjetas de Hallmark una debe disociarse de la realidad hasta la esquizofrenia.
La felicidad es una enfermedad mental, no existen personas cuerdas que sean felices.
Habla con Lía sobre el asunto con la mirada fija en el paso de las nubes.
Quizás ser feliz es una forma del egoismo y no de la esquizofrenia. Como cuando no te inmutás por tu vecino que pasa hambre y carencias. Porque a vos nada te falta e incluso justificás diciendo que es "gracias a Dios." Tipo, ¿qué fue eso tan terrible que hizo el vecino para pasarla tan mal? ¿No rezó lo suficiente? ¿Se hizo ateo? ¿Gastó toda su fortuna en mujeres y alcohol? Algo habrá hecho. De paso sirve para que las buenas consciencias practiquen con él la caridad y se ganen su baldosita en el cielo.
Si dios existe no creo que sea tan bueno como dicen. Si no fijate en el director del colegio que dice ser hombre de dios y es de lo peor. Fijate en el presidente. El más corrupto de los hombres es quien llega hasta ahí. Haciendo transas con empresaurios y productores que pagan menos impuestos que Ña Julia, la despensera. Firmando decretos que autorizan destruir ecosistemas enteros para que sus amigos planten soja y le den de pastar a sus vaquitas. Se elige siempre a los peores para tener de quien quejarse. Así siempre alguien más es culpable de lo que nos pasa.
¡Pero si son ellos quienes crean las condiciones para perpetuarse en el poder!
La cabellera rubia de Lía ondea en el viento mientras se exhalta.
¿Porqué pensás que nos enseñan boludeces en el colegio? Que disciplina, que sentarse calladitos, que uniforme. ¿Porqué pensás que en el centro de salud no tienen insumos? Te podés morir bien acá en el pueblo. Si estás mal tenés que ir hasta la capital y gatillar un montón de plata. Crean las condiciones para que la gente sea tan miserable que se crea cualquier cuento de salvación de boca de un político o un pa'i. ¿Porqué pensás que hablan de "cristiana resignación"? Te meten cosas en la cabeza para que no te rebeles. ¿Porqué pensás que el malo de la historia es el ángel que se rebeló ante el poder?
Nunca lo había pensado así. Tiene sentido. 
Así nació el caos bajo las raicillas de su cabello.

martes, 16 de enero de 2018

Día 9: Dedos.

Las cosas cambiaron desde aquel día en que conoció a Lía. La soledad ya no era su única companía. Casi sentía que podía ser como cualquier persona, tener amigos, salir a divertirse, contarle del chico que le gusta, con el que a veces coincidía en el cementerio. El misterioso Cris, quien poco o nada habló sobre su vida.
Aquella hermosa niña rubia le enseñó una tarde lo que consideraba la manera correcta de alcanzar placer. Le dijo que los chicos no eran del todo necesarios y que ella podía darse el gusto sin ayuda de nadie. 
Aunque, esa primera vez fueron los dedos de Lía los que encontraron los puntos adecuados. Sus propios dedos le parecían defectuosos, no lograba encontrar el mismo punto que le había mostrado su amiga. Sintió que algo hacía mal.
Había ido una noche al cementerio pensando quizás encontrar a Cris, pero la noche era fría, tan fría que incluso los espíritus no se aventuraron fuera de sus tumbas. 
Tenía una bolsa con una botella de caña de la que bebió un par de tragos para procurarse calor. Se desabrochó el cinturón e intentó la técnica de los dedos pero seguía sin lograr el efecto buscado.
La frustración se apoderó de ella y la pulsión de muerte reptó por sus manos.
Tomó la bolsa de caña y se cubrió la cabeza con ella. Se inflaba y desinflaba con su aliento. Con su cinto se la ajustó al cuello para impedir el paso del aire y tiró fuerte de un extremo. Le gusta jugar a la muerte, contar hasta donde se aguanta sin desmayarse. Pero de pronto, algo extraño sucedió, luego de un minuto los sonidos del mundo parecían retirarse. 
Su corazón latía en su cabeza como tambor enloquecido y la bolsa se movía cada vez menos. Sus manos se entumecieron, sentía como si empezara a flotar, unos espasmos sacudieron su cuerpo. Nunca estuvo tanto tiempo sin respirar. Al soltar el cinto le volvió el alma al cuerpo y soltó una carcajada. 
Llegó al efecto que tanto buscó pero sin usar los dedos. Jugando a la muerte descubrió otro tipo de placer mucho más intenso y más peligroso. 

martes, 9 de enero de 2018

Día 8: Borracha.

La mirada se perdía en el fondo de un vaso. 
Frente a ella se ahoga un recuerdo, queda sólo un gusto acre en la garganta, un poco seca y quemada por el vino, el vodka, el whisky, la caña y el ron. 
Sabía que mañana tendría varias botellas martillándole la cabeza pero lo importante era ese momento de levedad y dulce olvido.
Aunque a veces el olvido no era nada dulce, a veces el alcohol nos desviste de toda cordura y nos encierra en una habitación en la oscuridad de nuestros temores. A veces despierta las furias y escupe bilis en la cara de amigos y enemigos. A veces, como cadenas, nos restringe la voluntad hasta convertirnos en monigotes del deseo retorcido de quienes nos rodean.
Ella sabía de la violencia que habita en los corazones, la violencia que corroe la médula de los hombres. Aquellos que dicen no poder contenerse para no revelar que en verdad no quieren.
La violencia la había encontrado exangüe en sillones, en veredas, en la parte trasera de autos de tipos que prometían cuidarla de otros mas no de sí mismos.
La muerte misma le había besado la comisura de los labios en más de una ocasión, mientras su mirada se perdía en el fondo de la botella.
Había saboreado la destrucción en un vaso colmado de lujuria y alcohol. 
Suavemente le baja la garganta y le susurra al oído que mañana esto también será un mal recuerdo.

viernes, 5 de enero de 2018

Día 7: Hermana.

Su mundo era más bien silencioso, el ruido de afuera le aturdía un poco. Como un ruido blanco que termina por trastornar. 
El silencio es alegría; la soledad, satisfacción.
No era precisamente una persona gregaria, lidiar con otros seres humanos era su infierno personal. L'enfer c'est les autres.
Adornaba su silencio con canciones, escuchando una y otra vez casi las mismas músicas. 
Así evita burlas y palabras soeces. Se recluía en la canción.
Pero detrás del decorado el mundo exterior seguía con su ritmo y sus colisiones. 
Ella se encerraba en el baño a sacarse unas lágrimas a ritmo de punk, se besaba la piel con cuchillas, se lamía las heridas.
No se sabía oída ni observada, pero ciertas miradas la seguían, ciertos oídos buscaban cualquier palabra que pudiera ser usada en su contra, como si su sola existencia no fuera suficiente tormento.
Un día esos oídos y ojos se transformaron en manos que sostenían su cabeza en el inodoro y, entre risas nefastas, cada tanto tiraban de la sisterna.
Así el mundo busca colarse en nuestro silencio.
"¡Payasa! ¡Payasa! ¡Payasa" reían y tiraban de la cadena. 
Otra voz, ella la escuchaba como desde el fondo de un pozo, interviene, esta vez a su favor. "¡Déjenla en paz!" 
Una niña rubia como de 15 años la saca del pozo donde se había metido. Salvándola de los ojos, oídos, manos y voces que todo lo juzgan.
"Mientras estes conmigo no te van a molestar, las manadas sólo atacan a lobitas solitarias. Lo vi en Discovery Channel". 
Desde ese día serían como hermanas. 
"No te preocupes. Será nuestro secreto" ojos verdes se posaron en sus heridas. "Mi nombre es..."